Los huracanes se encuentran entre los fenómenos naturales más destructivos. Su fuerza se manifiesta no solo a través de vientos extremadamente fuertes, que alcanzan velocidades superiores a 200 km/h, sino también mediante lluvias intensas que provocan inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra. Estos eventos pueden destruir ciudades enteras en cuestión de horas, interrumpir los suministros de electricidad, agua y redes de comunicación, y dificultar las operaciones de rescate.
Las zonas costeras y las regiones densamente pobladas son especialmente vulnerables, donde la evacuación es compleja en términos de tiempo y logística. Además de los daños materiales, los huracanes representan un serio peligro para la salud y la vida humana, especialmente si no se emiten advertencias a tiempo. Por eso es fundamental un sistema de alerta oportuno, eficaz y bien coordinado.